miércoles, 14 de septiembre de 2016

Tan absurdo como la vida real

En ocasiones nos toca ser presas, con o sin intención, de situaciones absurdas que ponen a prueba nuestra paciencia o inteligencia. Y es que generalmente las vivencias que se describen de dicha manera terminan siendo historias divertidas y dignas de contarse en alguna borrachera.

Si bien el humano siempre ha querido exponer su realidad, hay un espejo que lo logra con bastante certeza: el teatro.Y evidentemente si en nuestra convivencia cotidiana encontramos hechos absurdos, el arte de la actuación lo refleja a su manera.

El teatro de lo absurdo no nace precisamente con el fin de contar una confusión torpe y divertida, sino todo lo contrario, pues al terminar la Segunda Guerra mundial la sociedad en general se encontraba decaída y temerosa y los dramaturgos de esos tiempos meditaron sobre la estulticia humana que representa matar al otro por razones de odio sin sentido.




 Personas que se dedicaban al teatro, tal como Eugène Ionesco y Samuel Beckett comenzaron a escribir guiones que carecían de sentido común, en donde entre metáforas y universos inexplicables criticaban los vicios y problemas que notaban en una sociedad que se encontraba dolida, una sociedad que hasta ese momento no encontraba consuelo, pero aun más importante, una sociedad que no había aprendido la lección aparentemente.

Este tipo de teatro tiene como características  la repetición de acciones, sonidos o frase, transformaciones repentinas en los personajes y un ritmo in crescendo que conlleva a un final explosivo. Hasta ahora el planeta está en medio de una puesta en escena absurda, esperemos que no tenga el mismo final de desastre que aquellas.


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